comunidademptycristianaemptynuevoemptypactoemptyrabonemptygrande
   
  .
  PAGINA PRINCIPAL
 





Hermanos:

«Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado está perdonado...» (
Is. 40:2).

La palabra de Dios siempre va dirigida al corazón. Y siempre entraña el anuncio del perdón divino. El pueblo judío se había apartado de Dios; le había ofendido con su idolatría, sus injusticias y su falsa religiosidad. Esta apostasía le había acarreado severos juicios del Señor; el último, la cautividad babilónica. Pero el juicio se había cumplido. Ahora llegaba la hora del perdón y la renovación. Siempre es así. Por eso la misericordia de Dios siempre abre puertas a un futuro luminoso.
Muchas personas, al examinar su vida con un mínimo de sensibilidad moral, son conscientes de que han pecado (contra Dios y contra el prójimo), y el remordimiento las tortura. No hay carga más pesada que el sentimiento de culpa. En esos casos lo mejor, lo único que resuelve el problema, es el arrepentimiento con la confesión a Dios del pecado y la reparación cuando es posible. Cuando se asume esta actitud, Dios perdona, pues «la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado» (
1 Jn. 1:7); la carga desaparece; surge en el alma la paz de Dios. Por eso es «bienaventurado aquel cuyas transgresiones son perdonadas y borrados sus pecados» (Sal. 32:1). Por eso el creyente restaurado canta: «Bendice alma mía al Señor... él es quien perdona todas tus iniquidades...» (Sal. 103:1-3). Poder apropiarse estas palabras es una buena manera de comenzar un año.
Amén

Fraternalmente:


Tu Comunidad Cristiana Nuevo Pacto.



                         
                             DIOS BENDIGA A SU PUEBLO !!!!! 

                          
La Incredulidad:  EL Obstáculo Que Se Debía Vencer

Marta y María ya no se podían quedar confinadas bajo la incredulidad más luego de ver a Lázaro su hermano resucitar.  El llanto de los judíos cesó en ese mismo instante.  El pensar de todos los presentes cambió por medio de la obra de Jesucristo, por la obra de la resurrección.  Nuestro amado Señor rescató a Lázaro de la tumba y sacó la incredulidad del corazón de todos los que estaban allí.  Hoy, Jesucristo quiere llevar acabo la misma obra en lo profundo de nuestro corazón.  Él llama a la puerta de nuestro corazón, y nos dice,"Quitad la piedra"que bloquea nuestro corazón.

Si el Señor hubiera estado allí

En San Juan capitulo 11, versículos 25 y 26, Jesús le dijo a Marta, “… Yo soy la resurrección y la vida…… y se dirigió hacia la tumba de Lázaro para hacer volver a Lázaro de muerte a vida.  La tumba estaba en la aldea de Betania.  En el lugar donde Jesucristo fue recibido por Marta, allí habló con Marta.  Luego, Jesús vino a la tumba de Lázaro que era una cueva ubicada en Betania.  Jesús mandó quitar la piedra que yacía tapando la entrada a la cueva.  Jesús tuvo que pasar por muchos procesos, uno a uno, antes de poder traer a Lázaro a la vida.  De igual manera, ya sea una piedra, o la distancia, la Biblia nos enseña que también hay muchos obstáculos en nuestro corazón que impide la obra del Señor.  Es decir, aquellos corazones que se encuentran ocupados con la desconfianza obstruye la voluntad de Jesús, cuyo deseo es resucitar a Lázaro.  Por eso, así como se abrió entrada y luego se entró, Jesús tuvo que resolver los problemas que se presentaban uno a uno para poder resucitar a Lázaro. Lo primero que tuvo que confrontar fue la incredulidad de Marta.
La primera palabra que Marta le dijo a Jesús al encontrárselo fue, “Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.”  Marta varias veces había visto a Jesús sanar las muchas enfermedades.  Por ende, ella creía que su hermano no habría muerto si Jesús le hubiera venido a ver mientras estaba enfermo.  Claro, Marta creía que Jesús tenía la capacidad de sanar la enfermedad de Lázaro, pero su fe no estaba completa con eso.  Ella creía que Jesús podía sanar enfermedades, pero no creyó que Jesús pudiera volver al Lázaro que hedía ya y llevaba cuatro días de muerto.  Esta era exactamente la incredulidad que Jesús quería cambiar dentro del corazón de Marta.  Jesús tenía la certeza de que Dios levantaría a Lázaro de entre los muertos.  Pero se conmovió ante la incredulidad de Marta.  Por eso, Jesús le dijo a Marta, “Tu hermano resucitará.”  Marta escuchó lo que le dijo Jesús, “Esta enfermedad no es para muerte, si para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.” A pesar que ella no tenía la fe de que Jesús pudiera traer a Lázaro a vida.  Como resultado, ella no aceptó la Palabra del Señor con la fe.  Mas bien, manifestó su incredulidad al decir, “Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.”  Jesús le volvió a decir a Marta, “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.  Y todo aquel que vive y cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.  ¿Crees esto?”  Si Marta hubiera creído lo que Jesús le dijo, significa que también habría creído que Lázaro volvería a vivir aunque ya llevaba 4 días de muerto.  Sin embargo, Marta le dijo al Señor, “Si, Señor, yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”  Marta creyó que Jesús era el Hijo de Dios, el Cristo venido al mundo.  Además creyó que Jesús podría haber sanado la enfermedad de Lázaro si hubiera estado allí antes que Lázaro muriera.  Desafortunadamente no pudo creer en ese momento que Jesucristo también traer a Lázaro a vida, aunque llevara tiempo de muerto.

¿Cree usted que el Señor resolverá sus problemas de hoy?

Yo creo que nuestra vida de la fe en nuestros días es muy parecida a la de Marta.  Sin duda alguna, creemos en la realidad de que Jesús caminó sobre el agua, resucitó a Lázaro de entre los muertos, alimentó a cinco mil con 5 panes y que sanó a un hombre que llevaba 38 años de enfermo.  Sin embargo, no muchos de nosotros creemos que Jesús pueda también solucionar nuestros problemas.  Por supuesto, la razón por la que Marta lloró con tristeza es que su hermano había muerto.  Pero la verdadera razón de la agonía de Marta es que no tenía fe de que Jesús pudiera resucitar a su hermano muerto.  Jesús no podía actuar a base de la desconfianza.  Si personalmente no tenemos la fe de que Jesucristo murió sobre la cruz por nuestro pecado, de nada vale lo que creamos, ni que sepamos que él es el Hijo de Dios que murió sobre la cruz para perdonar el pecado de todos.  Si no creemos en el Jesús como quien puede resolver nuestros presentes problemas, esto es igual a no creer en el Señor.  Aunque el Señor tiene el poder para solucionar todos nuestros problemas y desea encargarse de ellos por nosotros, nuestra incredulidad es el principal obstáculo que impide la obra de Dios.  Así como era un problema el hecho de que Marta no podía confiar en el Señor quien podía resucitar a su hermano muerto, aunque ella creía en todos los demás milagros realizados por él, la desconfianza en el Dios que puede resolver nuestras situaciones es nuestro problema hoy en día.

¿POR QUÉ SE CONMOVIÓ Y ESTREMECIÓ EN ESPÍRITU JESÚS?

Rumbo a la tumba de Lázaro, Jesucristo se estremeció en espíritu al ver a María y a los judíos que venían a su encuentro llorando. ¿Por qué se conmovió Jesús en Su espíritu?  El significado del llorar de Marta, María y los judíos era admitir la muerte de Lázaro.  Es más, el motivo de su llorar era la incredulidad en Jesucristo quien podía levantar a Lázaro.  Al final, Marta, María y los judíos estaban de pie en contra de la fe de Jesucristo, como resultado de su incredulidad.  Su incredulidad impedía la obra de Jesucristo.  La razón por la que Jesucristo se estremeció y conmovió en espíritu no fue porque no tuviera el poder para resolver nuestros presentes problemas, tales como la muerte, la enfermedad, o el fracaso en los negocios.  La verdadera razón es que nosotros le limitamos a El con el pensamiento, “Por supuesto, El puede resolver este y aquel tipo de problema, pero no el que yo tengo ahora.”
Marta y María sabían que Jesús podía sanar la enfermedad.  Por eso fue que enviaron a llamarle.  Ellas sí creían que Jesucristo podía sanar a su hermano, si llegaba antes que muriera.  Pero Jesús quería que ellos tuviera una fe mayor aún de la que tenían.  Es decir, Jesucristo quería que ellos creyeran que Su poder no solamente podía sanar la enfermedad, sino también traer a los muertos a vida.   Marta y María no podían creer que Jesucristo fuera capaz de restaurar al Lázaro que hedía al llevar ya cuatro días de muerto, aunque creían que Jesucristo podía sanar a su hermano estando enfermo.  Esto conmovió e hizo llorar a Jesús.  Nuestro Señor Jesús nunca se conmovió ni estremeció en espíritu por causa de quienes luchaban contra Él, ni quienes le clavaron en la cruz.  Pero Jesucristo se entristeció y lloró cuando vio a quienes estaban desanimados tras haber utilizado medios humanos por resolver sus problemas como producto de la incredulidad en el poder de Jesucristo.  El cerrar nuestro corazón ante Jesucristo y el no poner nuestra fe en Dios dejando las cosas tal como están; todos estos aspectos son iguales a tapar la entrada a la tumba de Lázaro con una piedra.  Hasta el momento en que Jesucristo llegó a la tumba de Lázaro, él tuvo que luchar contra la incredulidad de la gente.  Esto le hizo derramar lágrimas.
“Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro.  Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima.  Dijo Jesús: Quitad la piedra.” (San Juan 11:38,39).
Si Jesús no hubiera llegado a Betania de Judea de lugar lejano, ni hubiera venido a la tumba de Lázaro, ni les hubiera mandado quitar la piedra que tapaba la entrada a la tumba de Lázaro, Lázaro hubiera tenido que descomponerse en la tumba deprimente.  Jesús vino para ver a Lázaro muerto.  Mientras Lázaro vivía, a la gente no le molestaba mirarlo, pero nadie quería ver al Lázaro muerto que hedía.  Así que le pusieron en la tumba y taparon la entrada a la cueva con una piedra.  Eso nos da a entender que ya nadie se quería encontrar con él.  Sin embargo, Jesús vino a la tumba y dijo, “Quitad la piedra.”  La Palabra de Jesucristo es el poder en sí.  Nadie puede obstruir la palabra de Jesucristo.  Pero Marta todavía dijo, “Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.”
¡Aleluya!  No puedo hacer más que exaltar y alabar a nuestro Señor al leer esta palabra.  En este mundo, ¿cuántas almas hay que luchan con su pecado y están muriendo en espíritu de igual manera a como Lázaro se descomponía en esa terrible y fría tumba?   ¿Cuántos han sido abandonados por todos?  “El es una persona terrible.  No hay esperanza para él.  Sería mejor que nos olvidemos de él...”  Probablemente haya algunos que ya se han abandonado pensando, “No creo que yo pueda.  No hay más futuro para mí.”  Pero sí hay esperanza aún para personas así.  Ante los ojos de Jesucristo, sí hay esperanza hasta para la persona que se le ha dicho, “¡Vete!  ¡Jamás quiero ver tu horrible cara otra vez!  ¡Te odio!”  Como Jesucristo es la resurrección y la vida, El tiene el poder de dar vida.

¡QUITAD LA PIEDRA!

En la luz no hay tinieblas.  Cuando la luz brilla en la oscuridad, toda oscuridad desaparece, sin importar cuan oscuro sea.  Por eso, no hay oscuridad donde brilla la luz.  El lugar donde la luz de Cristo brilla es la tierra de luz donde no hay tinieblas.  Hay tinieblas para las personas que rechazan la luz; pero no hay oscuridad en el corazón de quienes caminan hacia la luz.  De igual manera, no hay destrucción ni muerte para quienes encuentran a Jesús, miran hacia Él poniendo su esperanza y confianza en Él porque Él es la resurrección y la vida.  Lázaro no podía hacer nada por sí mismo.  Por eso fue que Jesús le quería ver y alumbró Su luz sobre él.  Para Lázaro quien yacía en profunda oscuridad, Jesús hizo brillar Su luz.  Luego , resucitó.
“Quitad la piedra,” es la palabra de Jesucristo.  Así como Dios dijo, “Sea la luz,” “Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra,” y así como Jesús le mandó al mar diciendo, “Calla, enmudece”, Jesucristo dijo, “Quitad la piedra.” No hay nada en este Universo que se pueda oponer a la Palabra de Jesucristo.  Pero Satanás metió la incredulidad en nuestro corazón, y nos hizo ir en contra de la Palabra de Dios.  Por la idea de Satanás, Marta dijo, “Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.”  Lo que ella pretendía decir por esto es que no quería remover la piedra.  Al final ella estaba en posición contraria a la Palabra de Jesucristo.
Ese es precisamente el aspecto de nuestra vida de la fe también.  Frecuentemente decimos, “¡Amamos al Señor!”  Pero la mayor parte del tiempo somos engañados por Satanás.  Como resultado, no aceptamos la Palabra de Dios con fe.  Después de todo terminamos de pie en contra de la Palabra de Dios con nuestros pensamientos o voluntad.  Al final, Marta y María cambiaron de corazón por medio de la palabra de Jesucristo.  Justo entonces, Jesucristo comenzó a orarle a Dios.  Lo que Marta y María habían dicho simplemente comprobaba su incredulidad de que Jesús pudiera restaurar a Lázaro.  Ante aquellos cuyos corazones estaban llenos de desconfianza, Jesucristo demostró la fe en Dios.
“Padre, gracias te doy por haberme oído.”  Yo sabía que siempre me oyes...”  Jesucristo creía que Dios siempre le escucharía y le contestaría a pesar de la situación en que se encontrara.  Cuando clamó a gran voz diciendo, “¡Lázaro, ven fuera!”, esa maravillosa palabra del Señor hizo traer la poderosa obra de Dios de darle vida a Lázaro quien se descomponía en la oscuridad de la tumba, y echó fuera la incredulidad que había en el corazón de Marta, María y los pocos que estaban allí.  Marta y María ya no se podían confinar más bajo la incredulidad, tras mirar a su hermano volver a la vida.  El llanto de los judíos cesó en ese mismo instante.  El pensar de todos los presentes cambió por la obra de Jesucristo, por la obra de resurrección.  Nuestro amado Señor Jesucristo rescató a Lázaro de la tumba, y sacó la incredulidad de todos los que estaban allí.  Por fin sembró la fe en Dios dentro de sus corazones.
Hoy, Jesucristo quiere llevar acabo la misma obra en lo profundo de nuestro corazón.  Él está tocando a la puerta de nuestro corazón, y nos dice quitar la piedra que bloquea nuestro corazón. Él siempre está luchando contra Satanás quien nos quiere dirigir a la incredulidad en Dios.  Sigue engrandeciendo nuestra mente para poder trabajar en nosotros.  No tengo duda alguna de que Jesucristo continuamente trabajará en los hermanos y en las muchas almas que nos congregamos en nuestra amada Iglesia Comunidad Cristiana Nuevo Pacto…
Amén.

 

 

 

 

 
comunidad cristiana nuevo pacto
 
  Hoy habia 1 visitantes (1 clics a subpáginas) ¡Aqui en esta página! ¡Hola, mundo! « Comunidad Cristiana NUEVO PACTO  
 
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis